Los poemas de este blog son del poeta Javier Villegas Fernández y tienen derechos reservados de autor.

martes, 4 de enero de 2011

De "TRASGRESOR DE SOMBRAS" (Inédito)

Retorno a la noche

He regresado a la noche,
a veces ella me habita,
neutraliza mis ojos, los vuelve míseros,
conspira, elucubra laceraciones,
doblega las eficaces páginas de la vida.
Siempre recurro a la noche,
siento un abismo en los sístoles,
una temeraria lasitud en los tendones,
no temo ser un transeúnte de las oscuridades.

Balada para un nuevo día

En un nuevo día a veces me voy de bruces,
tropiezo con mi propio yo en crisis,
me asaltan testarudas sombras a la hora de verme,
me desplomo sobre la misma huella mustia,
los caminos se bifurcan, se vuelven ilegibles,
las camisas de los humildes se tornan tenues,
se han salpicado de llanto, a veces de sangre,
desaparecen con innumerables nombres,
en los senderos de la luz y de las sombras.

En un nuevo día, como un estadista saco cuentas,
he caminado mucho, he desandado poco,
he vivido tanta vida, he testificado cuanta muerte,
ahora debo discurrir broncamente lo inservible,
sostenerme inhiesto en los climas de impaciencia,
porque a veces el viento pretende enajenarme,
desarraigar la inmortal raíz de hombre,
convertirme en un guiñapo ahogado en luces,
en un anónimo testimoniador de las muertes.

En un nuevo día, trato de reinventarme,
anhelo encenderme siempre, ser luz perenne,
camino con mi densidad de hombre,
con la percudida cualidad de repetirme,
siempre seré el mismo carbón doliente,
el agua de mi corazón borbotea,
se enturbia a veces, hasta enmarañarme,
mi memoria abandona el habla,
me recupero de la cotidiana mudez,
grito sobre los gritos tenazmente,
sobre los ojos mustios enciendo la mirada,
soy un optimista soñando
en las almohadas del alba.

Trasgresor de sombras

Trasgredí las sombras, encendí mis latidos,
bifurqué mis pasos, calciné los reacuerdos,
indagué mi pulso congeniando con el trigo,
me miré hondamente en mi extensión silábica,
conjugué mis amaneceres con el viento, con el agua,
no llevo prisa, la prisa puede descalcificarme,
soy caminante abrazado a los anhelos,
un terco hacedor de amor en las distancias,
un encandilador de mariposas con los ojos,
un hacedor de versos en los labios.

Sombra tras sombra me persigue,
el vino me da la claridad en sorbos,
el fuego de tus ojos me enciende el alma,
recordarte es sentirte tiernamente viva,
nombrarte es explosionar de júbilo,
es recobrarte de la mudez de la ceniza,
del sigiloso tiempo, de la esfera muerta.
Sombra tras sombra, juego rudo,
adivino tu rostro entre la sombra,
la muerte que llevas escondida,
la espina cruel que te doblega,
tus sueños ardiendo en la hoguera,
la lumbre clarificándote hasta el habla
.
Trasgresor de sombras mi sentido,
el tintero de mi corazón, mi pulso indómito,
no vitupero, soy calmo para encontrar mi sino,
ando con fuego, con lamparines en los poros,
los carbones no se han doblegado en tedio,
para encontrarte multipliqué mi corazón,
lo arrogué al viento, le sumé gorjeos,
cantará junto al tuyo en todos los destinos.

Deshabitado de mí

Hoy he decidido deshabitarme,
no hay ningún resquicio
aspirando contenerme,
mi esencia linda con la nada,
porque nada fui, nada seré,
ser la nada es otra forma de presencia,
sin embargo me voy cubriendo de cortezas,
quizás no seré árbol en la orilla del viento,
un profuso pájaro en la danza de la lluvia,
quizás no seré lo que apetezco,
otro tiempo se gesta en mi tiempo.
otras memorias recordarán mi atributo,
la sigilosa manera de ser otro.
,
Desabitado de mí, me registro integro,
me refugio en el silencio y allí me siento,
en la quietud de mi lengua algo se gesta,
otras voces habitan, otras voces me nombran,
la nebulosa de la angustia no me hurga,
el abismo del silencio no me asusta,
no me quiebro fácilmente como una astilla,
siempre ejerzo mi oficio de ser hombre,
he nacido tanto, tantas veces he muerto,
tantas veces migre sin saberme,
ahora pretendo sumarme a tu dolor,
para estar en ti, he decido deshabitarme.

Un hombre triste es un hombre triste

Cuando veas un hombre triste profetiza,
quizás las serpientes le hurtan los colores,
o la luna apagó en su rostro su semblante,
no te apiadas hipócritamente se su tristeza,
la conmiseración suele ser burda
para encender en el corazón otros jardines,
no te acerques piadosamente, puede asustarse,
un hombre triste desconfía de su propia sombra,
merodea en su extensión para encontrarse,
a veces suele fugarse de su pesada historia,
perderse en el laberinto de su propia huella.

Un hombre triste, es un hombre triste,
cree que las puertas se cierran a su paso,
chirría en sus adentros como el viento,
masculla sobre su pasado y su presente,
piensa en su esqueleto, en el idioma de la noche,
en el tiempo que ya no es su tiempo,
en el espacio que ya no es su espacio,
un hombre triste es habitante de otro espacio,
un morador menoscabado de otro tiempo.