Si mi madre fuera
matita de Artemisa,
cada día se le viera
deshojando una sonrisa.
Si mi madre fuera
dueña del cielo,
aseguro que luciera
un lucerito en el pelo.
Si mi madre fuera
dueña de los jardines,
quien les dice, quizá fuera,
jardinera en los confines.
Si mi madre fuera
soberana de los mares,
aseguro, no estuviera
navegando en sus pesares.
Si mi madre fuera
una estrella, una estación,
seguro que la primavera
naciera en su corazón.
JAVIER VILLEGAS FERNÁNDEZ