Nadie escucha,
sordos el tiempo, lo caminos,
presagios asaltan las espaldas,
descuelgan los ojos,
entristecen los latidos,
una tenebrosa sombra es el olvido.
RETRATO
La luna me cobija,
vientos absurdos
levantan mi dolor,
estrujan mi traje.
cuando avanzo hacia
los espejos delatores,
hacia el ocaso.
LAS MADRUGADAS
Las madrugadas
me buscan en la sábanas,
besan mis pies como las damas,
prometen, son transparentes,
hasta que alguien despinta
su rostro, para darse cuenta:
siguen siendo las mismas.
MIRANDO AL SOL
He mirado al sol
transfigura el suicidio,
el polvo del deseo
rompe el espejo,
acelera el pavimento,
mi sangre quiere ser nuevo canto.
ATARDECER
Imagino tus ojos,
instalados en la pictografía de la tarde,
buscando nuevos argumentos,
sílabas abruptas, para describir
nuestros tormentos.
MELODÍAS
Escucha mi corazón,
besa los trinos en tu sueños,
las guitarras se agotaron en la aguas,
ahora cantan en la lluvia.
PROMESAS
Dile al sol que no consagre nada,
búscate en los recovecos de la rabia,
ilumínate en la nada, crece en el grito,
desagobiate en tu mirada,
presagia de ti y de tu brazo,
y promete otro nombre
para las madrugadas.
DESCRIPCIÓN
Energía de cantos en mi sangre,
profundidad de abismo en mi latido,
plétora de cauces mis sentidos,
luminarias en el agua los motivos,
para ser desemejante en el olvido.
LAS MONTAÑAS DE TU VIDA
Cuelgan los murmullos en la tarde,
arpegios lloran en las cuerdas,
debo doblar las horas del olvido,
escalar presuroso a las montañas de tu vida.
LO QUE VIVÍ
Lo que viví, lo vivo todavía,
no es el olvido una senda muda,
ni el pasado una luz ya enterrada,
es la lección que abre simas en la vida,
una espuela abrazada a su porfía.
No hay antes ni después de lo vivido,
lo que viví no ha muerto todavía,
no tiene fin el tiempo, es sólo suma,
suma de voces, de latidos, de caminos,
por donde el tiempo nos sigue porfiado.
Lo que viví, quizás se esconda en la ribera,
de los sueños, de los labios,
en los ojos de la noche
o en lo que ha morir a veces se resiste.
Lo que viví tiene un sello,
un olor a mi huella y a mi nombre,
un aire que en mi viento aún persiste.
TOMA DE TI EL TIEMPO
Toma de ti lo que te sobra,
lo que no alcanzas a medir,
con sólo imaginarte,
lo que no ves con tu mirada, ni tu ojo,
toma tu colores, examínate,
vuelve a ser otro, en tu respiración anégate,
vuelve a tus entrañas,
a lo que fuiste antes de encontrarte,
vuelve a la sima de tus aguas,
moja tu desnudez, impele dicha,
vuelve de ese tiempo sin edad ni fondo.
Toma de ti el tiempo
el segundo convertido en instante inmenso,
toma en tus brazos las alas de los pájaros,
en tu sed, el agua recién aparecida,
la semilla en su gestación acribillada,
el árbol arrancado de su savia,
toma de ti el tiempo,
puebla la espera, la noche,
convierte las horas,
de alegría germinadas,
surge de ti en las llamas y en las alas.
Descripción de la tarde
Los pájaros desplumaron sus cantos,
el sol se canso de ver el día
el día de verse transparente,
el segundo de perseguirse a cada instante,
el viento de no saber su senda,
viene muda la noche,
se sumerge el sol,
obstinadas sombras,
llevan la alegría a la nada.
EL HOMBRE SE PERSIGUE
El hombre se persigue,
se busca en el espejo,
ilumina sus raíces,
se bebe en el agua,
en la germinación estalla,
en la mirada se desvanece,
en la palabra se desdice,
cuando debe gritar, se calla.
El hombre ha cambiado de tormentos,
de silencios y expresiones en su rostro,
el hombre que quiso ser,
ahora es otro
está de sí ausente,
mudo para hablarse,
se abstiene a releerse,
a nombrarse exacto
a instalar dentro de si al horizonte.
El hombre se persigue, quiere atestiguarse,
nunca terminará de perseguirse,
examina la geografía de su cuerpo,
el latido que le dicta el pensamiento,
la dureza de la piedra en lo ya muerto,
quiere erguirse y se desploma,
sobre la roca inmensa del silencio,
ya no quiere amanecer con nuevo rostro,
no quiere extirpar de sus venas a la noche,
es el hombre un río, incapaz de contenerse.
CONSPIRACIÓN DE LA PALABRA
La palabra que calla,
la palabra que dice,
la que trasciende y luego languidece,
la que hiere y a resanar se acomete,
la que grita y las piedras enmudece,
la que viste y te desnuda,
la que gime y a revelarse te promete.
Cuida la palabra,
píntala de forma autentica,
elévala a otra estancia,
ella te hará resucitar de la ceniza,
o te acallará en el negro
sonido de una fosa.
La palabra debe ser testigo de tu padecer,
de la semilla ardiente de tu dicha,
de los amores idos y los no venidos ,
de la silaba pendiente del lenguaje,
del zumo que sueña con el fruto,
de mi corazón, atreviéndose sentirse otro.
EL DÍA NO ACABA DE IRSE
El día no acaba de irse,
ha colocado al sol en mis raíces,
me ilumina totalmente,
para volcarme al mundo, transparente.
Me oigo en mis ojos, callo en las voces,
tejo esperanzas, destejo las noches,
pueblo los mares, despueblo los adioses,
me sustraigo en el aire, me sumo en los árboles,
en la orilla de mí me tengo miedo,
me río de la destrucción que en mi se atreve.
El día no acaba de irse,
no he desertado de mí, no he huido,
no endosé lo que no he vivido,
el día me debe a mí lo prometido,
no quiero ser un sueño fugitivo,
volveré a ser de acero pensativo,
me colocaré mis huesos encendidos.
El día no acaba de irse, no hay motivos,
encenderé los brazos y los labios,
confiscaré al viento ansias de manos,
la desvanecida luz al fuego,
las formas del pan al trigo,
y a la palabra lo que con mi silencio,
en el follaje y en tus ojos atestiguo.
QUE NO ENMUDEZCA EL GRITO
Queremos gritar
y enmudece el grito,
se agudiza el silencio y crece,
vivifica las sombras,
trastoca los latidos,
queremos ser y somos otros,
en este mundo de gritos que enmudecen.
Queremos gritar,
nos brotan lágrimas,
los sueños se despeñan de los trajes,
mana la impotencia humedecida,
de ver al pan negado en la harina,
a la palabra del verbo desangrada,
al niño que a ser hombre se empecina,
a la sangre vibrante, encarcelada.
Queremos gritar y hay murallas,
nuestro grito se estrella con la nada,
la indiferencia es la muralla consagrada,
donde los trinos y los cantos desvanecen.
Debemos gritar, cojan las voces,
al fuego en persistente cólera,
al agua en líquida protesta,
a los caminos en busca de una senda,
a los instantes en que murió el relámpago,
ilumínese la frente, enciendan el puño,
desde sus huesos sean fuego,
para que en las llamas,
de su voz y de su cuerpo,
el grito no sea enmudecido.
LOS ESPEJOS TE DELATAN
No hay forma de escapar del fuego,
de la sorda meditación del tiempo,
quieres escapar y regresas
al mismo pozo mudo,
al mismo vértigo, casi a la nada,
te indagas en los espejos,
eres el mismo grito tentativo,
la misma espera porfiada,
la porfía de mano ensangrentada.
Los espejos te delatan,
te desarraigan de ti mismo,
tu cuerpo desciende,
tu voz se acompleja,
es la ceniza de tu ayer equidistante,
vuelves a ser melancólico entre el follaje,
el mismo hombre, el mismo grito pensativo,
el dolor plural abrazado a la tarde.
Los espejos reponen tus facciones,
te percibes en los cantos, llueves en tus huesos,
humedeces de lágrimas los bostezos,
examinas tu semblante en los sollozos,
vuelves a tu sombra en busca del instante,
a la llama devastadora de tormentos,
retomas tu imagen, te transfiguras,
desembocas en el infinito,
allí donde los gritos crecen
LAS FORMAS DE TU QUEJA
Las formas de tu queja,
tienen el dolor de la patria,
la extensión del sufrimiento,
el relámpago y la llama,
el látigo furibundo del hambre,
el grito callado al borde de la voz,
del agua y de la sangre.
Dobla tus quimeras,
exhuma tu dicha,
en tu piel está cantando el día,
el agua a revelado nuevos cauces,
palpa tu respiración rebelde,
las ásperas espinas no deben contenerte,
el silencio no debe enmudecerte,
retoma para ti las tempestades,
suma auroras a tus amaneceres,
vuelve a ser otro junto a la brasa,
junto al fuego, a tu quimera en llamarada.
Las formas de tu queja,
súmalas a la savia y a los vientos,
barnízalas de rojo,
acomételas contra los tormentos,
todo será distinto si te proyectas,
en la perspectiva de los tiempos,
en la mirada que niega a tu ojo,
en el puño que explosionó en tu mano,
en el grito que volvió, al silencio mudo.
SUMÉRGETE EN TU AUSENCIA
Se consecuente con tu sangre y con tu voz,
la inercia no debe enamorarte, al caracol
no debes parecerte, decídete ser lo que no fuiste,
vuelve a la negación, al lenguaje de las sombras,
al cauce inicial de las sospechas, de las premoniciones.
Mírate en el búho, adivínate en el fango,
desgájate en las horas muertas y crece del polvo,
no doblegues la luz, ni tu historia verdadera,
a lo mejor eres el tren pegado a la tierra,
que resiste y se rebela, porque no queda
en el caos estación que promete y nos espera.
Se consecuente, resuelve los enigmas,
arremete con cantos el silencio y la penumbra,
la abstracta luz de la esperanza,
vuelve a tu mano, a tu respiración de lluvia,
a los caminos de presagios,
levántate de las cenizas, respira y grita,
tienes serpentinas de fiesta en los ojos,
vuelve a tu precisión de atleta,
al obstinado canto del ardoroso pájaro,
al camino del árbol y la nube,
a la rebeldía del arado y del surco,
acepta que los días consumidos
no devolverán ya nada, todo fue arrojado
a la bifurcaciones del olvido,
se consecuente con la invención
de la primavera, con la ulterior
promesa que tu corazón al viento impele.
LA LUZ LIBERTADA
Conspiro contra los rastros ebrios del olvido,
no quiero cegarme para siempre,
ser la arena, ser la nada, ser el vértigo,
no quiero ser una campana avergonzada,
agua que para la sed se vuelve muda,
pájaro taciturno imaginando su deceso
al borde de la tarde o un violín socavado,
desgraciado en sus cuerdas, agobiado en su espera.
He vuelto para recobrarme del dolor,
para limpiar el aire de las dudas,
para recostarme sobre los horizontes,
para ser más alto que los vuelos,
sustancial en los recuerdos,
insólito para los desvelos,
amplio para las distancias,
cómplice con la fragancias.
Llevo en la sangre rumor de sílabas,
manan de mí las resurrecciones en palabras,
la lluvia vital y afecta, los ojos por los que no vemos,
los abrazos apetecidos por los brazos,
las semillas encendidas de crepúsculos,
el agua anhelada por los cantaros,
la luz libertada en las afectos.
EL INSTANTE EN QUE ME NIEGO
El instante en que me niego,
conspiro contra la noche,
me sacudo del silencio,
no quiero ser el animal que ya he sido,
el sueño por siempre apetecido,
la oquedad que se perdió en la nada,
el vértigo deslizándose al olvido.
Quiero adivinarme en el ímpetu del viento,
en la ramal infinito del camino,
en los ojos claros del recuerdo,
en tus ojos que me guardan,
en el agua que en mi sed se vuelve líquida,
en el rumor de las silabas, en la explosión del verbo,
en la amorosa urgencia de mi corazón,
en mi palabra que de remordimiento calla.
El instante en que me niego,
amo al sol, la purpúrea reacción de la tarde,
no me vuelvo ciego, me reconozco,
porque mi eternidad lo poblarán los ojos,
mi cuerpo lo tomarán los péndulos,
mi lengua hablará de mí,
mi sombra será vigente, entre el mediodía,
la noche y otra vez la noche.
El instante en que me niego, no hay migajas,
todo en mí se vuelve entero,
porque no he vivido a medias,
confisqué al instante, el tiempo indefinido,
fui auténtico delante del sol que fue verídico,
hombre, para hacer amor quizás zurciendo,
las quebraduras de lo que a mí me está doliendo.
NO BUSQUES TU CORAZÓN EN EL SILENCIO
No busques tu corazón en el silencio,
al tiempo en el instante enmudecido,
tu boca, en el beso transformado
en pétalos ajados y en largo olvido,
búscate en la bifurcaciones del recuerdo,
en lo que hace la luz y las promesas
cuando se enciende el siempre,
y se ilumina de placer lo ya soñado.
No busques tu imagen en las sombra,
no quieras adivinarte en las serpientes,
negarte para siempre en los eclipses,
tú estás habituado a la luz y a las fusiones.
No obres de antemano, mira el sino,
adivínate tú mismo, estás sutilmente acorralado,
no por ello estás domado, agobiada tu luz,
vive en ti la vida, los cántaros con tu sed crecida.
No busques tu corazón en el silencio,
no arredres la culpa de la escoria,
reconoce el instante, el tiempo blanco,
ya vendrá lo que no ha sido todavía,
rastrea tus sentimientos y tu huella,
pregunta por tu voz a medio día,
no escancies tu condena ,toma el verbo en tu porfía.
ALUSIÓN A LA SOLEDAD
Es de noche, vuelves por los escalones,
te apoderas de la luna en mis párpados,
me arrebatas con tu máscara invisible,
veo el mundo por una ventana ciega,
trae el viento una melancolía femenina,
reconozco tus dones, tu habitual manera
de quebrar los sueños y los nombres.
Es de noche, la desolación se confabula,
áridos los cantos hacen mella en mi bolsillo,
nadie descifra la suerte de un canario,
viene el día y el sol convulso,
de mi mismo tomo el sístole,
la crepitación de la sangre en mis raíces,
no estoy muerto, no fallezco,
ni la muerte tocará mi desnudez lasciva,
no podrás contra mí en éste instante,
voy lleno de destellos, de perpetuaciones,
lleno de matices, de bifurcaciones.
LA NOCHE, NO SERÁ LA NOCHE
La noche, no será la noche en mi recuerdo,
la oscuridad no mancillará mi nombre,
no desertaré, por pasión a los ahorcados,
a los míseros de voz, de pan y de contentos,
a los que partieron vestidos de rojo y de estruendos,
por amor a mí mismo y a mis modos,
por amor a tus ojos desdibujando los abismos.
La noche, no será la noche,
hay un aditamento de lo que seré antes de irme,
una alusión al ardor que incineró mis dudas,
una conspiración contra mi decir y el fuego,
hay una tenaz efusión por las plegarias,
de los mendicantes de abrigo
y de su voz que enmudeció en el trigo.
La noche no doblegará mi ascenso,
la crepitación artera de mi sangre,
no me enajenará en las sombras,
no me apaciguará en las dudas,
ni me clavará en la nada,
seré la llama de luz tatuada,
en los árboles viejos,
en las canoras alas.
en la raíz de la alborada.
DESOLACIÓN
Es de noche, vuelves por los escalones,
te apoderas de la luna en mis cobijos,
me arrebatas el nombre con tus manos etéreas,
me clavas, me desclavas la mirada,
veo el mundo por una ciega ventana,
trae el viento una melancolía femenina,
reconozco tus dones, tu habitual manera
de quebrar los sueños y los nombres,
de postergar la lluvia en los jardines,
de ser testaruda en los zapatos,
en los ojos y en las palpitaciones.
Es de noche, la desolación se confabula,
áridos los cantos, hacen mella en mis latidos,
hoy debo entregarle todos mi recuerdos,
la laceración de la rosa y de los labios,
debo ser severo para los desagravios,
para la exacta puntuación de los sueños,
para la partida de los pájaros en los vuelos,
para sentirme siempre, siendo otro,
para ser otro en la prolongación del siempre