de mostrar al mundo mis orígenes,
de asomarme a la fiesta de la luz,
como un pájaro augural,
que se alimentó de trigos y de estrellas,
que bebió el agua de la dicha
en humildes manantiales,
en cántaros perennes.
Sucede que me canso
de refugiarme al final del silencio,
donde saltan las mariposas
que no logré guardarlas en mi pecho,
donde cantan las lechuzas,
premonitoriamente y afanosas.
Sucede que me canso
de ulular como tren de medianoche,
de aferrarme a mis sueños
que los veo ascender por los abismos,
de tejer promesas a las flores
que una humilde muchacha
colocó en mis jarrones.
Sucede que me canso
de mirar por la ventana,
tratando de encontrar el color,
que alguien hurtó de mi alma.
Sucede que me canso de hablar por mi boca,
tratando de imitar el discurso del agua,
de salir por mi brazo,
para atrapar del sol la deuda.
Sucede que me canso
de compararme con el mar,
de sumar palabras al chirrido del viento,
de calzarme el mismo zapato,
de pisar la misma huella,
mientras los sueños
mueren tristemente en los geranios.
Sucede que me canso
de tejer promesas al olvido,
de enarbolarme en las banderas,
de escribir poemas para el futuro,
de soñarme siendo otro,
si sigo siendo el mismo;
Jardinero de la luz y el optimismo.
JAVIER VILLEGAS FERNÁNDEZ